26.3.08

Lock Out

Un tema tiene peso, creo, cuando comienza a reproducirse en discursos, intervenciones, conversaciones, textos a lo largo y lo ancho del espectro social. Cuando nadie quiere quedarse afuera y todos piensan que tienen que pensar algo sobre el tema. Porque toca al País, porque toca al bolsillo, porque toca el campito, porque toca a la realidad social; porque vos como ama de casa, porque vos como madre, porque vos como joven comprometido/a con la realidad social, porque vos como cientista social.

No me interesa hablar sobre la división campo/ciudad, ni sobre la utilidad de las retenciones, ni sobre la soja y las exportaciones, ni sobre el piquete bueno o malo. No me interesa, decía, porque hay muchos que lo hacen mejor que yo, y prefiero escucharlos -o leerlos- y tratar de ver desde allí. Formular algo desde el momento, desde el impulso, se parece bastante a muchos de los que salieron a apoyar a un sector que, enmascarado en un discurso fuertemente político, oculta una intención que claramente perjudica a esa gran parte de la población que nos caracterizamos más por consumir que por producir nueva riqueza. Y acá sí compré parte del discurso "oficial".

Pero también están los otros. Ese progresismo que se siente incómodo. Que sabe que hablar mal de los piquetes de la abundancia está bien, pero que se encargan muy bien de aclarar que ellos con la presidente no tienen nada que ver. Y entran las cuestiones del botox, del shopping, del marido, de la soberbia. Cuestiones que difícilmente entrarían en juego si la fuera el. Pero no sólo eso. Es aquello otro de lo que hablaba el otro día lo que incomoda. El hecho de no poder adoptar un lugar claro porque estar en contra de esto es estar a favor de aquello. Y no, no se puede estar a favor del Estado.

El progresismo sigue sin entender el peronismo (¿habrá alguien que alguna vez lo pueda entender?). Como todos los temas con peso, dicotomizó una realidad. Y es incómodo pretender salir de esa dicotomía. Sobre todo cuando aún no terminamos de entender que estamos dentro.

4 comentarios:

Ajenjo dijo...

Y desenredar, desovillar el último párrafo, es entender toda la maraña. Pero me gustaría saber si todos los que levantan la voz en esta discusión saben la diferencia entre trigo y alpiste.

beso
A

Anónimo dijo...

Sin duda la frase "en política se puede ser cualquier cosa, pero en economía hay que ser racional" es la frase más felíz de Are Krishtina. Asistimos a la disección autópsica del cuerpo social.

A la cabeza social (su dirigencia, sus poderosos) les ha tocado dedicarse a lo económico.

A los brazos sociales, al torso social, a las piernas sociales, les ha tocado dedicarse a los trabajos esforazados.

Al corazón social le ha tocado apasionarse por alguna clase de neo-creencia alabatoria y ritualística que lo mismo puede ser Mahoma, Cohelo o la carrera de Psicología social.

Usemos drogas sociales duras y matemos de una vez por todas esa perra cabeza.

Nicolás Mavrakis dijo...

En el punto ciego de la corrección política, nadie que no sea un necio puede seguir apoyando al oficialismo y su patota de matones de alquiler.

Anónimo dijo...

mavrakis anda haciendo copy paste de su comentario... piedra libre