Hace un tiempito, protestaba porque hacía frío. ¿Cómo era posible que, a las 4 de la tarde de un día de noviembre, tuviera que andar con campera, muerta dee frío, mientras el viento me despeinaba tremendamente al dar mis pasos por Azcuénaga? Era imposible. Sobretodo me molestaba el no poder estrenar la ropa que me había comprado... (una es mujer, es consumista, ¿así era el estereotipo, no?)
En fin. Pero hoy cambió. Hoy hizo calor. Y me molestó mucho. Tuve que buscar una remera, tuve que buscar otro pantalón (al final fui con el mismo jean de siempre). ¿Y por qué me molestó? Porque sé que este es el primer día de unos meses de calores tremendos que van a hacer que mi ya de por sí baja presión ande por el piso, acentuada por la humedad propia de Buenos Aires, que hacec que la ropa se te pegue al cuerpo, que andes buscando cualquier cachito de sombra, cualquier oficina con aire acondicionado, que ruegues por tener que ir a un banco a hacer un trámite... Y son sólo tres meses. Que terminarán con el avenimiento del otoño (¿por qué llueve tanto? ¿por qué está siempre gris, y los árboles pierden hojas y no puedo estudiar al sol porque NO ESTÁ?) y el invierno (tengo frío. La estufa no calienta. No me queda bien este pullover...) Y volver a la primavera (las flores me hacen estornudar...). Pero no importa. Será por unos años. Unos laaaargos años...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario