Ya, creo, todos sabemos que habemus papam nuevo. No es noticia. Pero, sin querer dármelas de pibita... ¿no es raro que "Papa" ya no sea igual a "Juan Pablo II"? Viví, como tantos otros millones de personas, con esa identificación. Una identificación que solamente era desmentida por la Historia, pero casi no comprobable por mí. Los otros Papas me parecían absurdamente lejanos... y pensando en este hecho, caí en la cuenta de otro hecho más cercano. Si bien ya era más grandecita, por bastante tiempo, "presidente=Menem". Era imposible escaparse de esa identidad. De esa caótica identificación. Él representaba todo referente de poder ejecutivo que podía tener. La Historia, nuevamente, era la única que podía llegar a cortar esta identidad. Tremenda identidad.
¿Cuántos "jóvenes" (no me voy a poner a definir conceptos, tengo bastante con Método...) han sufrido en carne propia esta identificación? Y lo que es peor: lo que sucedió después. Estas personas crecieron bajo esa referencia. La llegada de otro presidente significó para sus cabecillas en formación una caida estrepitosa de lo que se puede llegar a llamar "paz". ¿Por qué? Simple: antes de los 18 años, antes de los 16, todo está bien. Pero a esa edad es que empezamos a ver las cosas. Empezamos a tomar conciencia de lo que son los problemas económicos, de lo que significa el dinero, y otras cosas más. Empezamos a ver todo un mundo que nos circunda de una manera muy pero muy distinta. Pero recordamos lo anterior con cariño. Y, otro punto: lo que nos queda de nuestros padres influye muchísimo. Por eso no debe extrañarnos que tanta juventud sea reaccionaria. Que tanta juventud tenga mente de 60 años. Que tanta juventud haya votado a ese presidente que significaba la paz. La costumbre. Lo único que había.
Pero es otro tema. Habrá que acostumbrarse a Benedicto. Como a K. Sin que se pongan muy cómodos, claro.
1 comentario:
Bien: por estos días no podía dejar de pensar en esta cuestión.
Lo de Menem era algo que siempre hablaba con gente -más- joven (que yo) y me comentaban qu tenían exactamente la misma impresión que ud., Srta. Ling.
Ahora, si le sirve de consuelo, comparto con ud. y sus lectores la percepción que me produjo ver en el diario una foto de este (nuevo) hombre de sotana blanca que levantaba la(s) mano(s) saludando vaya a saber a quién(es) en un acto que parece ser condición refleja connatural con la ocupación de Papa: miraba la foto con el epígrafe que acusaba "Benedicto XVI abandona la casa que... etc." y no podía dejar de sospechar que me encontraba en una especie de realidad alternativa muy sci-fi. Pero una un poco (bastante) distópica que me producía cierta desazón difícil de aprehender con claridad. Y eso que yo me acuerdo de la muerte de Paulo VI, el "deceso" de Juan Pablo I, etc... O mejor: más bien por eso la sensación inquietante de que algo estaba fuera de lugar.
27 años es mucho tiempo.
Hasta para Menem mismo, vea.
Eso.
Nada más.
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