No recuerdo el Mundial pasado. Ni el anterior. Ni el anterior. Ya ni recuerdo cuántos viví. Supuestamente el del '86 fue el primero. O algo así.
No recuerdo si siempre me sentí igual ante ellos. Ni si alguna vez lo expresé tan bien como lo hizo este señor por mí. No sé por qué no me interesa, ni si mi desafección es realmente afectada.
No sé si me molesta la gente que se fanatiza o si me molesta aquellos que hacen que se fanaticen. El deporte en sí es sólo eso: un juego, algo lúdico, que debería divertir.
No sé si mi visión es desapasionada, si debería sentir alguna especie de pasión porque haya unos tipos ahí que representan el lugar en el que por azar nací y por falta de elecciones me quedé. Un lugar al que yo no le puse nombre, ni adopté, ni elegí. Un lugar, nada más, como tantos miles más.
No sé por qué debería esperar que pierda Brasil. O por qué la apreciación "la camiseta de Australia es linda" está fuera de lugar. Es una linda camiseta: hace que parezcan 10 árbitros.
No sé cuánto me disgusta el fútbol. No me disgusta. Tampoco me gusta. Está ahí. No lo entiendo. Nunca jugué. Pero está ahí. Todos los días. Y, según parece, en todo el mundo.
O algo así.
No recuerdo si siempre me sentí igual ante ellos. Ni si alguna vez lo expresé tan bien como lo hizo este señor por mí. No sé por qué no me interesa, ni si mi desafección es realmente afectada.
No sé si me molesta la gente que se fanatiza o si me molesta aquellos que hacen que se fanaticen. El deporte en sí es sólo eso: un juego, algo lúdico, que debería divertir.
No sé si mi visión es desapasionada, si debería sentir alguna especie de pasión porque haya unos tipos ahí que representan el lugar en el que por azar nací y por falta de elecciones me quedé. Un lugar al que yo no le puse nombre, ni adopté, ni elegí. Un lugar, nada más, como tantos miles más.
No sé por qué debería esperar que pierda Brasil. O por qué la apreciación "la camiseta de Australia es linda" está fuera de lugar. Es una linda camiseta: hace que parezcan 10 árbitros.
No sé cuánto me disgusta el fútbol. No me disgusta. Tampoco me gusta. Está ahí. No lo entiendo. Nunca jugué. Pero está ahí. Todos los días. Y, según parece, en todo el mundo.
O algo así.
6 comentarios:
Bueno, la respeto en su indiferencia futbolística. Y me alegro por las coincidencias que últimamente está teniendo.
Bien me gustaría que se tratara de una cuestión profundamente ideológica, por lo menos sería más fácil justificar por qué, sencillamente, no me interesa. La acompaño en el sentimiento.
Hace no mucho un muchacho irlandés me recitó los nombres de la selección española de cabo a rabo. Yo, con cara de pez, le contesté: no me interesa el fútbol. A lo que él repuso (esto es lo fuerte): ¿y entonces qué te gusta?
En fin...
No se puede ser ajeno, es inútil resistirse. Antes de irse al Mundial, Coloccini (un defensor) se gastó ante mí $22.000 en ropa (en un Nike en Palermo).
De todos modos, el tipo, en Alemania, me representa. Porque cuando Argentina arrasa el arco de otro país (y si es Brasil mejor), es inevitable ser ajeno.
Además la gente se embandera, eso también está bien. Ahora, atacar al juego sin entenderlo es una torpeza. Intelectualizarlo, creer que "negarlo" es una resistencia "simbólica" al Sistema, ponerse la remera de Brasil - voy a decirlo en términos cavernarios - es de resentido y vendepatria.
Sí, son bastante cavernarios, como creer que embanderarse es algo bueno o pensar en Brasil como un enemigo. Ser ajeno a algo que le gusta la mayoría, aunque a muchos le moleste, no es inevitable y pasa, lo lamento mucho :-)
Hoy Liniers publicó una tira cómica que me parece interesante dar una ojeada http://autoliniers.blogspot.com
No me parece que ser ajeno a lo que les guste a las mayorías esté mal. De hecho ocuparse de negar el fenómeno de Mercado que se llama "Mundial" es no-estar ajeno a lo que les gusta a las mayorías.
Sucede con esto del Mundial algo interesante: provoca que todos hablen, los que entienden de fútbol y los que no. Es como los best-sellers. ¿Quién no siente verguenza ajena cuando en una reunión las señoras empiezan a elogiar el último de Dan Brown? Lo cual no tiene nada de malo, excepto que lo elogian desmesuradamente pero bajo un solo criterio: no conocen nada más.
Algo así uno tiende a identificar cuando escucha - en los medios masivos, digamos - no tanto a quienes entienden y apoyan al Mundial, sino, sobre todo, a quienes no lo entienden y están en contra.
El chiste de Liniers está bueno. Yo recomendaría mirar también el blog de Rozitchner.
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