23.1.07

Sangre

Ayer fui a sacarme sangre. A cumplir con mis deberes de persona que cuida su salud (¿sabían que se tienen que hacer service cada 6 meses? A mi médica no le gustó que mi visita anterior haya sido en junio del 2005). Ayuné desde la noche anterior, con más ansias de desayunar en el bar de la esquina del laboratorio que de tener los resultados en mis manos.

Fue ingresar al laboratorio y empezar a sentirme mal. Entregar los papeles, esperar que cargaran los datos... de a poco se me empezó a acelerar el corazón y sentir calor más allá del aire acondicionado. Ni que hablar cuando, unos minutos después, la aguja salía de mi brazo, llena de sangre. Mucha más de la que una espera que se necesite para saber si se está o no bien.

La extraccionista comenzó a preguntarme si estaba bien. Sí, claro, le dije, esbozando una sonrisa, mientras sentía que adentro mío no había nada. Se fue. El algodoncito cada vez presionaba menos. Porque mis dedos cada vez presionaban menos. Cerré los ojos. Cuando los abrí, tres mujeres vestidas de celeste me estaban mirando, una con un caramelo que sí o sí quería meter en mi boca, la otra con un vaso de agua, la otra con una mano estirada, dispuesta a bajarme la cabeza entre las piernas y hacer que la sangre (esa que ahora era menos) volviera a circular.

Fue mágico. Apenas levanté la cabeza, sentí que podía volver a respirar. Mi mamá miraba todo desde el pasillo, alertada por el movimiento. Terminé de tomar el agua, rechacé otra vez el caramelo y me fui. Sentate en la sala, me dijeron, por última vez. Arrastré a mi mamá por la puerta. Los nenes de 11 años que iban a realizarse el mismo estudio que yo me miraban, seguramente riéndose.

A veces me da vergüenza ser yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Casualmente en el mismo quite y pensamiento jeringoso.
20 cms3 es demasiado para decir luego tan poco. el glóbulo es chico... y un poco deforme.
saludos sin desmayos