No sé qué me pasa últimamente. Cada vez tengo menos paciencia. Menos. Quiero las cosas ya.
San Expedito no me escucha.
Será el temor a sufrir. A desesperarme.
O que el chicle, ese mismo que me saca los nervios, se me haya pegado en la estampita.
Más que sufrir es a pensar. Un pensamiento tras otro tras otro tras otro.
Y ni siquiera puedo contestar un mail con más de dos palabras.
No me siento constante. Y sin embargo hace un mes que no me canso de ir a trabajar.
Y llegué al parcial con todo leído.
No me siento paciente. Y no lo soy. Quemar todo no es una moda del momento. Es un estado de ánimo.
¿Es una forma de resistencia? Si no rompés la estructura solamente fomentás tu dominación. Más determinismo francés que pragmatismo inglés.
Antes era angustia pre-parcial. No hay excusas ahora.
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