20.5.08

A seguirla

No sé ustedes, pero yo quisiera que el licenciado siguiera esta discusión, pero más que nada esta otra ("Las chicas de sociales se masturban así").

Porque en ese texto que a muchos -no sólo a él- nos hizo enamorarnos de la sociología, Weber plantea que la cátedra no es lugar para profetas. Pero no dijo nada de galanes, sex symbols o simples machos alfas y betas (¿jefes de cátedras y jtps?) que andan pavoneándose frente al aula, aún cuando para algunos no sea conciente.
Es una situación desigual, donde hay otros atractivos que funcionan -y mucho-. Donde hay poder, pero también hay saber, y hay, al menos, un cuerpo expuesto. Allí transcurre una vida, un modo de vida, un tiempo de vida. Y es inevitable. Porque los dioses y demonios chocan, por supuesto. Y el demonio de la ciencia no siempre le gana al dios del erotismo.
Mal que nos pese.

1 comentario:

mariano dijo...

Ciertos motivos laborales y de los otros me impidieron entrar a su blog y levantar la apuesta que me sugiere. Ok, dos cosas en el terreno de la más vulgar chismorrería:
1- Weber tenía lo suyo. Entre colapsos nerviosos, depresiones y clases de sánscrito para los Ensayos de sociología de la religión, tuvo varios affaires con alumnas. La pobre Marianne se mantuvo siempre a su lado, a pesar de que no era una chica sumisa, precisamente. "Hasta el pianísimo de la postrera edad", como dice la dedicatoria de Max a su mujer en los Ensayos.
2- El dios del erotismo le gana al demonio de la ciencia casi siempre, y está bien que eso pase. Habría que invertir los términos y plantear una ciencia que tome en cuenta ese poder. Nietzsche decía eso en la Gaya Ciencia: la lógica de las pasiones más bajas como fundamento de las elaboraciones espirituales más altas. Whatever.

Con gusto hago un nuevo post de "Las chicas de sociales se masturban así", pero consígame una foto de Luis Miguel Donatello, que el google no hay.