6.5.14

Sobre la salud

Nunca me enfermé, de chica. Me agarraba dolor de garganta los días que no queria ir al colegio, mamá jugaba a creerme y yo me tomaba el horrible amoxidal que me daba el pediatra (un pediatra con pipa!). Y me quedaba en la cama, a veces con el uniforme puesto, tomando té con mucho limón y miel.

Y después crecí. A los 19 o 20, todavía en casa pero ya en la universidad, tuve una gripe, mi primera gripe de verdad. Fui a la guardia, me atendió un doctor, me dio antibióticos. Cuando empecé a sentirme mejor, dejé de tomarlos y recaí mucho peor. Cuando volví a ir al médico, y le admití que había dejado de tomar los medicamentos, me miró, suspiró, se puso serio y me gritó: "¡No entendés que te podés morir???! ¿Y qué hago yo?" Me asustó más el grito que la premonición. Le pedí disculpas. Nunca lo volví a ver ni a tomar antibióticos.

Hasta los 25 años, una mañana, en la casa de un chico con el que salía. Que se automedicaba. Le pedí un ibuprofeno y me dijo que los sacara del cajón que estaba en la mesa. Miré la cantidad de blisters que tenía, leí uno de ellos, pensé "no tengo que tomar esto" y lo tomé. Y me provocó lo que después el médico me comentó que era una reacción alérgica a ese tipo de antibiótico, por lo cual estuve en cama durante 3 días seguidos, tras -y perdón que sea tan gráfica- escupir espuma. Porque no fueron vómitos, sino espuma. Ese período de reposo me permitió leer, en tan sólo tres días y con un malestar bastante fuerte, "Las correcciones", el que probablemente sea mi libro favorito.

No tuvo muchas más enfermedades notables hasta ahora, y estoy notando, es casi otro período de 5 años. Mi cuerpo responde a lo que pasa. Los cambios. La indefinición. La angustia. Hoy me desperté a las 7 de la mañana, me bañé, me volví a acostar y no me volví a despertar hasta que tuve que llamar a la oficina, después del mediodía. Odio estar enferma. Sentir que el cuerpo no responde a lo que quiere el cerebro. Y que a veces el cerebro tampoco responde a lo que quiere... ¿qué cosa? ¿La voluntad? ¿El alma? No sé.

Mientras tanto, por suerte y más allá de la fiebre, hay una pequeña conexión que me permite escribir estas pocas palabras. Será poco, pero es.

1 comentario:

Diego dijo...

Mejórese pronto.