14.11.05

Niños en viaje

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Cualquier crítica que comience con "vos no entendés porque no tenés hijos" o "cuando tengas hijos vas a cambiar de parecer" van a ser ignoradas completamente.


Comprendo perfectamente que a muchas madres se les dificulte el viaje sin sus hijos. Tal vez no tengan dónde dejarlos, o quién los cuide. Sin embargo, esa presencia dificulta mucho el viaje de la gran mayoría de personas que lo hace sin ellos.

Viajaba ayer en tren cuando una niña, de unos aproximadamente 10, 11 años, parada a mi lado, pidió permiso para aproximarse a su madre, sentada en el otro asiento, junto a mí. Me moví, la dejé pasar y, como hacemos quienes nos aburrimos en los viajes, asistí a la conversación que se suscitó. La niña, con las manos enchastradas en chicle, le pedía a la madre que la limpiara, mientras la señora, con un niño dormido en su falda, le recriminaba su falta de juicio para mascar. Más allá de la nota de color de las amenazas de la madre ("te voy a cortar los dedos") no me pareció tan grave. Miré a un costado, planeando correrme más de la línea de fuego, cuando asistí gravemente compungida a un espectáculo por demás desastroso: una parte del chicle, la que no se pegó en los dedos de la niña, se había pegado a mi jean. Esperé que el reto de la madre concluyera para comenzar el mío, sin perder la cordura. La niña alegó que ese no era su chicle, y la madre no dijo una sola palabra, inclusive miraba para otro lado cuando empecé a limpiarme con un pañuelito de papel, estirando el baboseado objeto frente a sus ojos.

Me bajé en esa estación, pensando en lo fácil que sería, como hay furgones para bicicletas, vagones especialmente diseñados para la presencia de niños. Y madres, por supuesto.

7 comentarios:

Ruth dijo...

Sí, o directamente el paredón de fusilamiento.

la enmascarada dijo...

Mirá, la culpa no es del chicle, ni de la niña. Es de esas madres que no se hacen cargo del producto de sus revolcadas.

Chiquilín de Bachín dijo...

Sí, Minerva, concuerdo. O habría que re-considerar la amenaza materna del corte de dedos. A partir de los nudillos, eso sí.

Lale dijo...

a mí también me sulfuran un poco los niños en viaje, pero por qué no furgón separado para nosotros, los intolerantes?

Ling dijo...

Minerva: Nooo... mire si nos ensucian el paredón, tan blanco él, con un poco de helado...

Enmascarada: Completamente de acuerdo. Por eso deberían ir ellas también...

Chiquilín: Lo malo es que se pondría a llorar... y tampoco soporto eso...

Lale: ¿Usted piensa que nos llevaríamos bien o iríamos protestando todo el viaje?

Ruth dijo...

Camapaña por un vagón para intolerantes felices (prohibidos niños llorones, viejas/os que arman escándalos, gente con bicicletas que te clavan los pedales en las pantorrillas, señoras que hablan a los gritos y que cargan bolsas enormes...)

efe dijo...

Eso, con los militares, no pasaba.
Habrase visto...