Durante la década del '60, la supresión de mecanismos legales para expresarse llevó a una gran cantidad de argentinos a sumarse a organizaciones que, a la larga, adoptaron la lucha armada como medio legítimo de expresión y reclamo. Una gran cantidad de estos militantes provenía de sectores del catolicismo que los fueron acercando progresivamente a una realidad mucho más dura que la que ellos, desde sus apacibles barrios de clase media, estaban acostumbrados a ver. Este acercamiento se dio por medio de compartir la experiencia de vida del otro-pobre: desde los colegios de curas y monjas, desde las parroquias, desde los retiros y campamentos, desde las diferentes instancias que en algún momento -y con otro objetivo- había implementado el catolicismo integral.
Hoy en día todas estas instancias no existen. Sin embargo, anda dando vueltas por las calles un grupo de -generalmente- jóvenes que, por trabajo, por curiosidad, porque realmente creen en eso, van con sus planillitas a encuestar. No hablo de encuestas de opinión, hablo de encuestadores del INDEC, de encuestadores de provincias, de encuestadores, llamémoslos, estatales. Estas personitas deben adentrarse en los barrios, deben caminar por calles abandonadas inclusive por los planes sociales, deben embarrarse y compartir vivencias que, si bien son por unas horas, se van acumulando en sus cabecitas. Funcionan casi como células, con reuniones periódicas con sus supervisores, y una etapa previa de formación.
No me asombraría si, el día de mañana, todos estos encuestadores tiran sus planillitas y sus lápices y agarran la .45. Prepárense.
Hoy en día todas estas instancias no existen. Sin embargo, anda dando vueltas por las calles un grupo de -generalmente- jóvenes que, por trabajo, por curiosidad, porque realmente creen en eso, van con sus planillitas a encuestar. No hablo de encuestas de opinión, hablo de encuestadores del INDEC, de encuestadores de provincias, de encuestadores, llamémoslos, estatales. Estas personitas deben adentrarse en los barrios, deben caminar por calles abandonadas inclusive por los planes sociales, deben embarrarse y compartir vivencias que, si bien son por unas horas, se van acumulando en sus cabecitas. Funcionan casi como células, con reuniones periódicas con sus supervisores, y una etapa previa de formación.
No me asombraría si, el día de mañana, todos estos encuestadores tiran sus planillitas y sus lápices y agarran la .45. Prepárense.
5 comentarios:
Sinceramente, no lo creo.
Más bien, pienso que seguirán haciendo encuestas o lograrán un sitio en algun escritorio de oficina estatal. Y si, como suele suceder, además son estudiantes de sociología, quizás logren alguna ayudantía en una cátedra "progresista" (siendo de criterio amplio, claro) y después de clase (o antes) chismorren un poco en El Afiche...
Los efectos que el encuestar le est�n causando realmente me sorprenden, est�n cayendo m�s all� de mis c�lculos. M�s all� de eso, noto que, por otros carriles, pero igualmente, encuestar se est� volviendo un sentimiento.
Bardamu: Lo que sucede es que la mayor parte de los encuestadores-estudiantesdesocio-quediscutenenElAfiche-y aveceshablanconelPO trabajan para consultoras privadas. Y sí, terminan con ayudantías, porque se ganan la simpatía de profesores de método.
Diego: El odio también es un sentimiento.
¿¡El Afiche!? Pero sí es carísimo... ¿no era que éramos rerereprogres?
ja!
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