Pepino nació en 1912. En realidad se llamaba José. Aunque tampoco. De verdad, se llamaba Giuseppe. Pero para todos era Pepino.
Era un muchacho bastante pintón. Pintón para lo que se podía ser en un pueblito siciliano en los tempranos años del fascismo. Por eso mismo: pintón.
Era un muchacho bastante pintón. Pintón para lo que se podía ser en un pueblito siciliano en los tempranos años del fascismo. Por eso mismo: pintón.
Pero se sabe lo que le pasó a muchos de estos muchachos -fueran o no pintones- en esa época. No les importó que Pepino hubiera nacido en 1912, ni que tuviera muchos hermanos, ni que fuera pintón. Ni siquiera les importó que no se llamara Pepino. Y lo enlistaron. Sí, eso, lo mandaron a la guerra.
Y Pepino fue a luchar. A defender alguna colonia de esas que ni siquiera sabía que existía.
Dicen que en las historias de vida se pueden ver los procesos macrosociales interactuando con las pequeñas historias cotidianas. Acá podemos confirmarlo: Mussolini cae. Sube otro gobierno. Italia cambia de bando.
Y se lo olvidan a Pepino preso en una cárcel africana.
Durante 3 años...
Y Pepino fue a luchar. A defender alguna colonia de esas que ni siquiera sabía que existía.
Dicen que en las historias de vida se pueden ver los procesos macrosociales interactuando con las pequeñas historias cotidianas. Acá podemos confirmarlo: Mussolini cae. Sube otro gobierno. Italia cambia de bando.
Y se lo olvidan a Pepino preso en una cárcel africana.
Durante 3 años...
1 comentario:
¿¡Y!?
¿¡Qué pasóóó!?
¡Por favor, nos nos deje así, en la inquietud y en la cárcel con el pobre Pepino!
Publicar un comentario