
"Es una torre de hombre este Vicente Damián Rodríguez, que tiene 35 años, que carga bolsas en el puerto (...). La sensación de poder que le dan sus músculos nunca puede verla cabalmente trasladada al mundo objetivo. En alguna época, es cierto, actúa en su sindicato y hasta llega a delegado, pero luego todo eso se derrumba. Ya no hay sindicato ni hay delegado. Entonces comprende que él es nadie, que el mundo pertenece a los doctores. El signo de su derrota es muy claro. En su barrio hay un club, en el club una biblioteca. Acudirá alli, en busca de esa fuente milagrosa -los libros- de donde parece fluir el poder"
2 comentarios:
De allí nos parece que fluye el poder.
Los juegos de apariencias pueden ser terribles.
No sé. Pensaba en eso...
Uno de los libros peor adaptados al cine que he visto en mi vida.
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