28.7.10

Hijos únicos

¿Cómo nacen las investigaciones?
Los manuales de metodología desbordan de explicaciones de los pasos a seguir, los consejos de los investigadores son múltiples y variados, la propia experiencia se va sedimentando en cada nuevo paso. Pero, el nacimiento, el punto en que se dice: "voy a investigar esto" es para mí un misterio. Es el punto en que la subjetividad aparece más desnuda: el interés no está dictado -al menos no solamente- por la "actualidad" o la "realidad". Hay muchísimos temas ahí afuera pero no podemos abarcar todos y, lo que es más importante, no nos interesa abarcar todos.

¿A qué viene todo esto?
Estaba leyendo esta nota sobre hijos únicos, que empieza haciendo una relación entre la cantidad de hijos y la situación económica (a las clases medias el hijo le cuesta - "tener uno, pero tenerlo bien"). Después comienza a desbaratar los mitos acerca de los hijos únicos (malcriados, egoístas, solitarios empedernidos) apelando en menor medida a entrevistas que a archivo e investigaciones. La autora es, claro, madre de un hijo único.

Concluyendo
Lo primero que hice al leer la nota fue pensar, "¿y acá qué pasa?" Abrí la EPH, escribí la sintaxis, le di run. Busqué en google académico al respecto. Abrí la página de la biblioteca, pero antes de seguir entusiasmandome, reflexioné un segundo. ¿Valía la pena seguir para aplacar mi curiosidad? ¿Para saber qué tan acompañada está mi hijauniquez, para enmarcarla en una situación?

Mi curiosidad y mi situación biográfica seguramente determinaron el interés repentino. Más allá de la existencia del fenómeno, eso motivó el arranque de necesidad de datos empíricos. Y la posterior reflexión sobre algo que iba a ser, originariamente, un comentario sobre una nota periodística.

Eso sí, para el que le interese, y apresuradamente, puedo decir que en los aglomerados urbanos del país, al 4to trimestre de 2009, un 40% de los hogares con hijos tienen solamente uno, dato que así solito -como un hijo único- no sirve para nada.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Uh.

Yo soy investigador (o algo así). Trabajo con microalgas, como habrá podido deducir Usted sin demasiado esfuerzo. Y tampoco sabría decirle qué lleva a alguien a empezar una investigación. Supongo que será un cúmulo de causas y azares, como todo... Yo, con siete años, ya tenía un microscopio medio qué y me pegaba las horas mirando las microalgas de los charcos, y esas marranadas.

Comparto su reflexión del post anterior. A lo mejor es, también, cuestión de un poco de disciplina...

Un abrazo.