Lo bueno de los derechos lo sabemos todos. Lo malo es la incertidumbre de desconocer hasta dónde llegan. O cuáles son los que hay que respetar más. ¿Hay algunos que valgan más que otros?
Surge, por ejemplo, la pequeña duda: ¿vale más respetar los derechos que el mercado le otorga a una editorial, o el derecho que todos tenemos de acceder a una obra? La cultura, se afirma, es de todos. Y, seamos sinceros, ¿quién no ha fotocopiado? ¿Quién no ha bajado alguna canción? (Epa... Ling está infringiendo la ley... anoche cruzó con el semáforo en rojo...)
En la revista digital "El Interpretador" se puede acceder a una novela inédita en el país de Fogwill ("Urbana" ), considerado por la autora del prólogo como uno de los mejores escritores argentinos de la actualidad (más allá de que sus consideraciones sobre su masculinidad sean o no discutibles). Una editorial española tenía los derechos exclusivos sobre el texto. La "chica de letras" intercambió mails con el autor, quien bajo pretendida protesta y mala gana (pretendida... como la de todo personaje) le envió el texto para que lo leyera. Ella afirma en su texto que Fogwill sabrá perdonarle su desliz, o sea, la publicación del texto, porque después de todo, a él no le importan los derechos de autor.
¿Puede interpretarse la reacción de la chica como una traición a la confianza de Fogwill? No lo creo. Creo que él es lo suficientemente inteligente para saber que ella lo iba a publicar. No había otra.
Si el vivir en Argentina nos obliga a pagar impuestos extra, como no disponer de una novela o tener que pagarla de más, ¿nos da el derecho a aplastar los derechos de la editorial? Mmh... es difícil. Perder, no tenemos nada que perder. Si es una forma de lograr la pretendida "sociabilización de la cultura", tienen mi voto.
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