12.4.07

Despolitizada (1)

Mis viejos no desaparecieron en la dictadura. Vivían con miedo, es cierto. Pero no necesito inventarme una desaparición que no fue.

Tampoco militaron. Al menos no en lo que tendrían que haberlo hecho. Mamá es hija de un hombre que estuvo en la Marina. Papá terminó siendo candidato a intendente del PI a comienzos de la dictadura, y trabajó en el Hogar Obrero. Ninguno de los dos quiso cambiar radicalmente el mundo con una revolución.

Papá nunca me cantó la Internacional en la cuna. Recuerdo, sí, que una tarde -es la única imagen que tengo de él tomándome de la mano, yo tendría unos 4 añitos- me señaló una pintada en una pared bastante alejada de donde estábamos. La pared era blanca, las letras eran celestes. PERÓN-EVITA, rezaba.

Me costó años resignificarlo. Durante mucho tiempo sólo pude imaginarme un perro, gigante, que trataba de no-hacer algo*.

Mi abuela (materna, la esposa del militar) no se lleva bien con papá. El supuesto filo-peronismo del yerno, su supuesta rebeldía juvenil, sus incursiones comunistas (una cooperativa en los tempranos '80) y su pelo largo de los '70 tienen mucho que ver. Nunca le comenté a mi abuela el suceso de la pintada. Muy pocas personas lo saben.

En ciertos ámbitos, en ciertos momentos, ser politizado o no serlo es bien visto. En los mismos ámbitos, eso cambia. Se lo puede ver en los discursos. En los actos. En los testimonios.

Ser coherente es difícil. Defender una idea, que como todas las ideas, son relativas, lo es mucho más. Nunca, nadie, es lo suficientemente objetivo como para largar un grito a los cuatro vientos y que ese grito sea La Verdad. Pero si esa idea se defiende, se mantiene con prácticas, se acepta otras voces, se discute... eso ya es otra cosa.

¿Y la culpa? No hay de qué.



* No quiero segundas lecturas sobre esto.

3 comentarios:

Diego dijo...

Take it easy. Lo que le pasa es fruto de años de estar en contacto con Marcelo T. Es lo que produce esa institución cuando entra en contacto con el cuerpo humano.

Ud sabrá salir airosa.

Anónimo dijo...

COmparto. Alguna que otra vez, me ha tocado estar en reuniones con personas de la generación de los hoy llamados "setentistas" y tener con ellos discusiones cuando les decía que no tenían que monopolizar el dolor, que hoy hay gente que sufre mucho -¿cuántos marginados tiene la Argentina?- y que no entender eso era perderse la posibilidad de pensar que lo que se quizo cambiar en los '70, aun con sus errores, en la actualidad tiene su perfecto correlato de horror y desigualdad.
Rousseau sigue vigente!

saludos,
Deshecho

ajsoifer dijo...

Hace un tiempo que vengo pensando que los años '70 son un campo de batalla posible todavía y que de hecho, son el único campo de batalla que queda.
Como hijo de padres despolitizados aún en la época de la politización, siempre fuí yo mismo un poco menos despolitizado que ellos. Sin embargo las veces que quise intervenir, me terminé asqueando de los partidos, los grupos, etc.
Y ahora vivo intrascendente mi etapa de cinismo radical.