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29.5.09

Weberianas

El romanticismo de la huelga general y el romanticismo de la esperanza revolucionaria como tales es lo que cautiva a estos intelectuales. Si uno los observa, apreciará que se trata de románticos incapaces psíquicamente de adaptarse a la vida ordinaria de cada día y a sus exigencias, o que sienten una aversión hacia ella, y por eso suspiran por la gran maravilla revolucionaria, y, si se presenta la ocasión, por verse ellos mismos en el poder. Por supuesto, también entre ellos existe gente con dotes de organización. Pero la pregunta es si los obreros estarían dispuestos a someterse precisamente a su dictadura.

El Socialismo (1918)
Max Weber

7.4.09

Ouch

"La novela incluye una parodia de la pregnancia del marxismo en la universidad; una parodia de la educación sexual en los colegios; una parodia del diario íntimo de una militante maoísta; una parodia de un profesor de izquierda; una parodia de otro profesor de izquierda; una parodia de las mujeres que se anotan en la carrera de Psicología; una parodia del discurso de una psicoanalista lacaniana; una parodia de una docente bonaerense que habla marcando las zetas; una parodia del modo de vestir de los estudiantes de Puán; y otras parodias que omitimos por cansancio. Por supuesto, decir que Oloixarac es una escritora de derecha sería erróneo: no es escritora."


Damián Selci y Nicolás Vilela, en Revista Planta , sobre el libro de Pola O . por el que pagué el precio entero. 

13.12.08

Del por qué la endogamia le hace mal a la ciencia

El predominio de la mediocridad se debe más bien a las leyes de cooperación humana, sobre todo de cooperación de diversos cuerpos, y en este caso cooperación de los claustros, que recomiendan (...) Sólo cuando [hay intervención] en la selección académica por motivos políticos, se puede tener la seguridad de que las convenientes mediocridades monopolizarán todas las oportunidades

Max Weber, La ciencia como vocación, 1922

¿Y cuál es la novedad? Suponete que sos hijo de un filósofo famoso que firma cartas por ahí. Suponete que sos joven, lindo, simpático, el sueño de cualquier suegra biempensante. Que tu paso por la meca del saber sociológico es casi como tomar una calle en pendiente en tu bici: muchos amigos a tu alrededor, chicas que te siguen, profesores que te adulan. La verdad, que encontrarte a una morochita resentida nacida en provincia que se da cuenta que te copiás las reseñas y te mira mal cada vez que tu soberbia destella no es nada relevante. Vas a ser un palote más para sumar al enojo y la creciente amargura de esa otra. Sobre todo cuando te den la oportunidad de escribir una columnita en Página 12 diciendo cualquier boludez. Y la oportunidad llega sola, después de todo, para algo somos todos amigos, hijos, hermanos, conocidos. Somos todos una gran familia. Fuimos todos al Nacional, al Pelle, a la ORT.
O alguna vez nos cruzamos en una cursada, seguramente ya conocíamos a alguien de aquellos años dorados. Y vemos en quien está frente al aula al profeta que aguardábamos, que piensa y dice y hace todo lo que nos gustaría pensar, decir y hacer. Sobre todo, vemos que quiere la revolución de la misma manera en que la queremos nosotros. Y empezamos a trabajar ahí. Escribimos en sintonía con nuestro profeta, lo citamos en nuestros trabajitos, nos presentamos juntos en todas las jornadas que haya. Nos adulamos sin cansancio, cada tanto nos tiramos un palo porque lo que nuestro compañerito de camino escribió no es tan radical como nos gustaría.

¿Acaso eso está mal? ¿Para qué sirven las jornadas si no es para escuchar por sexta vez en el mismo mes lo que está escribiendo nuestro profeta o nuestro co-acólito? Y, si viene alguien de afuera, lo mejor es dejar que el profeta lo destroce porque no es lo suficientemente revolucionario. Y esperar, esperar dos segundos, a que no mire. Acercarse, y despacito, muy despacito, casi inaudible, decirle lo que pensamos sobre lo que ese otro está haciendo. Pero que no nos escuche, que ni siquiera se de cuenta que estamos abriendo un poquito el círculo.
No vaya a ser que la ciencia se agrande, crezca, se infecte con otras ideas.

22.10.08

Sobre la responsabilidad

Resulta que hace ya varios años, en pos de poder ganar las elecciones del Centro de Estudiantes monopolizada por otras fuerzas hoy desaparecidas, se formó una coalición entre muchos partidos "revolucionarios", "combativos", "de izquierda verdadera". Una bolsa de gatos, bah. 
Desde hace ya varios años, esta coalición con nombre de mes (y una K que ahora deberían rever si quieren seguir pareciendo completa oposición contra todo) es el oficialismo en la facultad. Sólo ellos manejan -como pueden y quieren y les sale- las fotocopias, los apuntes... ¿y qué más? Alguna que otra protesta, y claro, las asambleas. 
Sin embargo, entre tanto "Fuera yanquis de Irak", este año se coló algo. Algunos de esos partidos revolucionarios combativos de izquierda verdadera decidieron entrar en el juego adolescente de oponerse contra el mundo y terminaron apoyando un colectivo bastante difuso en que quisieron ver la revolución; apoyando El Campo intentaron seguir la lucha de campesinos autoconvocados y agresivos peones rurales por una verdadera reforma agraria para avanzar desde allí a la revolución y la desestabilización del sistema capitalista imperialista burgués.
Y claro, se acercan las elecciones, y aunque desde acá insistimos siempre en que no-es-todo-lo-mismo, a veces las cosas se parecen mucho. Sobre todo si están cerca. Los otros partidos de esa bolsa de gatos revolucionaria quieren alejarse. Y aquellos que tomaron partido por la Patria misma lo toman a mal. Porque ese alejamiento es sólo una posición sectaria, proburguesa, que lo único que quiere es desestimar el verdadero trabajo de la clase obrera por un mundo mejor. 
Pero, ¿saben qué pasa? A veces nos equivocamos. Claro que es feo equivocarse. Y claro que es feo admitirlo. Pero pretender que no pasa nada, que tomamos partido por algo que tal vez -y piensen bien, TAL VEZ- no era lo que nuestras cabecitas alucinadas pensaban, que en una de esas -y fíjense: EN UNA DE ESAS- no habia tal revolución y tal vez los campesinos autoconvocados que llevamos a la charla no eran tantos y que al final terminamos formando parte de algo que nos supera, y siendo el hazmerreír -como siempre, digamos- de aquellos mismos que queremos vencer en las elecciones... A veces, decía, hay que asumir responsabilidad por los hechos. 
Y no defender lo indefendible.

13.6.08

El gigante fascista

No creo que la clase media tenga un enano fascista adentro. Para nada. Tampoco que lo tenga escondido.

Esto de generalizar me lleva a pensar en imágenes. Recuerdo la tapa del Leviatán, de Hobbes. Ese gigante formado por una infinidad de personitas que formaban la sociedad. Y me imagino algo así, ponele, una especie de gigante con tendencias autoritarias, pero que en el fondo no es un enano fascista lo que tiene adentro. Lo que tiene adentro es un nene caprichoso, que hace berrinchitos.

Y que no usa la olla para los pucheros, precisamente.




Pero este gigante fascista no se anima a hacerlo por sí sólo. Porque es más fácil echar la culpa, después. Tirarles a otros, implantar teorías en que "el pueblo", "la sociedad", o mejor dicho "la gente" resulta rehén de fuerzas superiores. Que generalmente son "los políticos".

Es tanto más fácil que otros lo hagan. O que nos digan qué pensar. Y qué hacer. Milgram lo sabía.

29.2.08

En clase

"Quizás un error de Germani fue posibilitar que las generaciones posteriores de sociólogos adoptaran una postura anti-estatal. La sociología no puede ser anti-estatal. El Estado -cualquier Estado, eso es otra discusión- es la instancia máxima de socialización, y un sociólogo no puede querer destruirlo."

(...)

"En la UBA siempre hubo estudiantes que trabajaban en el Estado. Pero no para hacer sociología desde allí. Solamente por una cuestión utilitaria, para obtener plata y poder pagar el café de las discusiones acerca de cómo combatir al Estado"

15.11.07

Callate

No deja de ser difícil. Para eso hay analistas internacionales. Los outsiders -ay- solamente podemos opinar. Sabiendo que es opinión, tan cargada de subjetividad como puede ser una opinión, tal vez un poco matizada por ciertas lecturas, o por cierta matriz otorgada por el Templo, o por la parroquia, mucho más específicamente. Pero bueno.

Es esto. Que pasó hace rato, ya. Unos días, pero es noticia vieja.



Que un rey tenga un exabrupto, es noticia. Aunque sea un rey ibérico. Y aunque cualquiera hubiera hecho callar a Chávez.

Los chistes, decía mi papá, se hacen una sola vez. Después ya cansan. Sí, somos del tercer mundo, estamos oprimidos, mataron a nuestros pueblos originarios. Move on. Dejá hablar.

Si no, nuevamente, cansa.

31.10.07

The morning after

Hizo falta unos días para pensar. No siento aún en el cuerpo el cambio. No se siente tampoco tanto en el ambiente. No sé, el pensamiento mágico me llevó a pensar que iba a ser diferente tener presidentA.

Tampoco es posible pensar una revolución dentro del marco democrático. Entonces no hay nada ya que desilusione. Tal vez partiendo de ahí se puede pensar mejor un voto, una decisión, una voz en el mar de gritos.

Después empiezan las primeras declaraciones. Declaraciones formateadas por un discurso que lleva años de vencido. ¿Quién cree todavía en el peronismo? ¿Alguien sabe qué es el peronismo? Cerremos todo. Cerremos los blogs, cerremos los partidos, cerremos la facu. Cerrémosle la radio a Santo Biasatti, cerremos las llamadas de las señoras pidiendo seguridad como primera medida de gobierno de Cristina.

No debe estar todo tan mal si las quejas se refieren a la espera en la cola para votar, ni si las amenazas se basan en el "mal humor" de la señora presidente y lo que nos espera con ello... No sé. A veces el pensamiento mágico salva. Salva más que el peronismo.

12.10.07

Sobre el día

Empezar con Nick Drake, Nick Cave y Tom Waits fue una mala decisión para un día ya depresivo. Tendría que haber seguido con Erasure.

Días como el del hoy hacen desear con más ansias la revolución. Va a seguir igual lluvioso, frío y con viento, pero al menos estaríamos un poquito más tranquilos.

UPDATE: Acá al lado, las chicas en su hora de almuerzo están planteando cómo es la acción a seguir para llevar adelante una alternativa al modelo capitalista opresor. Yo creo que se debería tener un poquito de cuidado, ¿eh?

3.10.07

¿Y ahora?


La previa suele ser chistosa. Podés, seguramente, comentar con gente de otras facultades acerca de la campaña que sigue aún cuando estás con el documento en mano lista para entrar al cuarto oscuro.

Podemos reírnos del video de Lucas, o comentar, divertidos, cómo el Chipi nos interrumpió la clase mendigando un voto. Podemos discutir acerca de las propuestas para Director y para Junta y jugar, por una vez, a ser grandes.

Pero, ¿qué pasa cuando se suspende el escrutinio por falta de garantías? Porque el voto de Consejo es un voto serio. Que llega allá arriba, y es ahí donde los kiosquitos se reparten. Es ahí donde saltan los fierros. Todos se quejan, porque no los dejan. Porque no es seguro. Porque nada fue claro. Ni antes ni durante ni después.

¿Y ahora? El eje de ciertas campañas que intentan captar votos en el estudiantado consiste en decirnos: "los quieren tomar por tontos, por eso el voto es ponderado, por eso no quieren que investiguen desde los primeros años, por eso no les dan lugar; y nosotros somos la vanguardia iluminada que va a llevar adelante la voz de ustedes, que es la nuestra." Y así, claro, ganan mucho. Pero, ¿no es también tomarnos por tontos pretender hacernos creer que el voto en blanco fue sin querer, que no pusimos la boletita porque no entendimos?

Eso también es voto. El patoterismo cansa. Por eso, el blanco es voto. ¿Por qué no se le cree al actor el motivo de su acción, cuando es obvio que la explicación del observador externo es errónea? ¿Tan atrofiadas quedaron las herramientas metodológicas, tan truncas las teorías de la acción?

O tal vez, ahora, sea sólo eso. Y nada más.

20.9.07

Elecciones

  • MACRO -
Cada vez falta menos. No sé cuánto vale la pena tomarlo en serio. Ni siquiera sé si lo vale. Pero me sigue preocupando. Sigo sin saber dónde va a ir el voto este octubre.

¿Y si no gana? ¿Y si no tenemos president-A? ¿Y si tenemos president-A del Chaco, gordita y con crucifijo? No sé. No creo.

No sé.

Los progres, parece, van a votar a Pino. Está de moda el documental y el patrimonio nacional. Esa izquierda que revuelve la revolución en el café de la esquina o en la choriceada de campaña -para estar cerca del pueblo- probablemente intente resolver todo con el petróleo del y para el suelo argentino.

Izquierda nacional. Moderada. Tímida.



  • MICRO
La semana que viene se vota en la facu. Casi no hubo campaña. La mayor parte de mis compañeras no sabían de las elecciones. La izquierda de la facu es diferente. No dice ser moderada. Plantea, teóricamente, reivindicaciones fuertes. Sí, las mismas de hace 30, 40, 50 años. Pero están planteadas.

Cuando están afuera, son escuchados por el 2%. Adentro, van cayendo cada vez más. Ahí también son el mal menor. O se presentan así: Contra Franja, contra K. Y todas las combinaciones de esos dos polos que se les ocurre.

Tampoco sé a quién votar. Pero falta menos. Siempre falta menos.

12.4.07

Despolitizada (1)

Mis viejos no desaparecieron en la dictadura. Vivían con miedo, es cierto. Pero no necesito inventarme una desaparición que no fue.

Tampoco militaron. Al menos no en lo que tendrían que haberlo hecho. Mamá es hija de un hombre que estuvo en la Marina. Papá terminó siendo candidato a intendente del PI a comienzos de la dictadura, y trabajó en el Hogar Obrero. Ninguno de los dos quiso cambiar radicalmente el mundo con una revolución.

Papá nunca me cantó la Internacional en la cuna. Recuerdo, sí, que una tarde -es la única imagen que tengo de él tomándome de la mano, yo tendría unos 4 añitos- me señaló una pintada en una pared bastante alejada de donde estábamos. La pared era blanca, las letras eran celestes. PERÓN-EVITA, rezaba.

Me costó años resignificarlo. Durante mucho tiempo sólo pude imaginarme un perro, gigante, que trataba de no-hacer algo*.

Mi abuela (materna, la esposa del militar) no se lleva bien con papá. El supuesto filo-peronismo del yerno, su supuesta rebeldía juvenil, sus incursiones comunistas (una cooperativa en los tempranos '80) y su pelo largo de los '70 tienen mucho que ver. Nunca le comenté a mi abuela el suceso de la pintada. Muy pocas personas lo saben.

En ciertos ámbitos, en ciertos momentos, ser politizado o no serlo es bien visto. En los mismos ámbitos, eso cambia. Se lo puede ver en los discursos. En los actos. En los testimonios.

Ser coherente es difícil. Defender una idea, que como todas las ideas, son relativas, lo es mucho más. Nunca, nadie, es lo suficientemente objetivo como para largar un grito a los cuatro vientos y que ese grito sea La Verdad. Pero si esa idea se defiende, se mantiene con prácticas, se acepta otras voces, se discute... eso ya es otra cosa.

¿Y la culpa? No hay de qué.



* No quiero segundas lecturas sobre esto.

9.4.07

Se nos desarma el partido

Quienes no tienen el placer de conocer la entrada de Marcelo T., desconocen que su arquitectónica estrechez se complementa con un acompañamiento de mesas, sillas y militantes que los partidos -casi todos ellos pertenecientes al oficialista frente Oktubre- han puesto en la planta baja. Este hecho, además de ser conveniente para poder enterarse de las internas y acciones a realizar apenas se ingresa en la facultad, tiene la importante contrapartida de dificultar el ingreso y la salida del edificio, principalmente en los horarios más hot (7 pm, 9 pm, 1 pm; por poner ejemplos).

El martes pasado, justamente a las 9 pm, abandonaba una clase junto a compañeros. Demorados en el pasillo, el embotellamiento dio paso a un ambiente mucho más sereno, que sólo se perturbó cuando un estrépito resonó en el hall de entrada. Tras el primer silencio que toca caída conlleva, siguió un reguero de risas.

- Se cayó un "compañero".- predije.

Movidos por la curiosidad, caminamos hacia el lugar. Una mesa, patas para arriba, y un militante mirándola sonriente eran coronados por la risa constante de los miembros de los partidos ¿contrarios?

- ¡Bueno, compañeros! - gritó el damnificado.- Acá tienen la primera acción combativa del año...





Usado con humor, debo admitir, ese léxico no causa tanto escozor...

23.12.05

En casa de herrero...

Terminó, al fin, mi año académico. Mientras más de 50 personas esperábamos que salieran a llamarnos para someternos a la tortura de un final obligatorio (en Sociales no estamos acostumbrados a eso), la amable gente de Método nos entregó unas... encuestas. Preguntas obvias (edad, sexo, año en curso, trabajo, información de los padres). Parece que los muchachos se toman muy en serio su trabajo.

De todas maneras, las que más me sorprendieron fueron las de opinión: "¿Qué opinás de la metodología? ¿Es importante para la sociología? ¿le sirve al sociólogo?" y demás. La que más me costó fue la que implicaba un ejercicio de memoria y autorreflexión: "¿Qué te motivó a elegir la carrera?"

Ahí fue cuando me olvidé de todo lo que estaba dándome vueltas en la cabeza y, sentada en el piso, toda dura, apoyando el papelito en los resúmenes que estaba repasando, me puse a recordar qué me había llevado a anotarme allí. Y creo que no lo sé. Creo que nada. Me fui enganchando después.

No me da vergüenza admitirlo: no entré a Sociales para hacer la revolución.

26.9.05

Penduleando la Reforma

Las secuelas de la Reforma Universitaria de 1918 son bastante conocidas. Los motivos que la empujaron y llevaron a ese grupito de jóvenes estudiantes universitarios a emprender una revuelta que, como todas las revueltas, derivó en consecuencias inesperadas, también.

Uno de estos motivos fue el sistema vigente de provisión de cátedras. Parece ser que los profesores solamente dejaban sus cátedras en un ataúd (otra que la sucesión papal). Asimismo, otro importante motivo fue el hecho de que los contenidos de esas cátedras eternas dejaban mucho que desear: no se ajustaban a los requerimientos de la "ciencia verdadera" que en ese momento estaba vigente, y mucho menos a lo que el mercado pedía. La teoría no se adaptaba a la práctica. Cuna clerical por excelencia, la Universidad de Córdoba "atrasaba". Nos cuenta J.C. Portantiero en "Estudiantes y Política en América Latina": «Razones objetivas han puesto ahora en cuestión ese esquema porque ha entrado en crisis la capacidad del sistema para premiar, dentro de la pirámide de desigualdades, al letrado, transformado él también de manera creciente en mercancía desvalorizada. Es a partir de allí que el estudiante, el técnico y el intelectual se topan con los límites que opone el capitalismo dependiente.» Y agrega: «La organización social capitalista al escindir la actividad de los hombres, al separar tajantemente la teoría de la práctica (...) impone de hecho a los estudiantes los privilegios del mandarinato. Este es el nivel de aspiraciones del que parten los estudiantes, imposible de ser satisfecho cuando una estructura concebida como reducto de "los mejores" se masifica.»

¿Nos va sonando conocido? Esa masificación repercutía en el deterioro de la educación impartida: falta de aulas, deterioro material de los edificios, de docentes, de bibliotecas, de recursos...

Aquellos muchachos reformistas se dieron cuenta que no podían cerrar allí su movimiento. No podían ser tan academicistas, la sociedad (bastante movidita en esas épocas: Revolución Mexicana, Revolución Rusa, fin de la Gran Guerra...) los reclamaba, y así fue como la huelga universitaria fue ganando la calle, sumando otros gritos y otras voces.

Hoy, nos parece, el panorama no ha cambiado tanto. Las cátedras nos resultan aún más eternas de lo que eran entonces (algunas conservan aún el nombre de profesores fallecidos, como en Socio: Marí-Martyniuk, Errandonea en los 3 métodos, etc). Los edificios, cada vez peores. Desde que recuerdo que hablan de cambiar el programa de la carrera. Y así. ¿Qué falta, entonces, para la reforma? ¿Es posible, si las malas condiciones se repiten, que las salidas sean igual? Ante esta pregunta, que no parece muy original, Portantiero nos advierte: «La actual crisis, lo que pone en cuestión es a la universidad misma como institución reproductora de las funciones que requiere la organización capitalista del trabajo, como cristalizadora de las diferencias entre trabajo manual e intelectual, como discriminante social.» Esto es lo que los camaradas -o autonominados "compañeros"- militantes no terminan de entender: estar dentro de una estructura implica conocer las reglas del juego, que son anteriores a uno. Uno elige qué jugar, es cierto, pero el reglamento ya está dado. Yo no juego al truco tirando los dados. Ni defiendo una institución burguesa sin repetir el esquema.